
En la vida, nada sucede sin motivo. Eso me dijo mi amiga Maggy esta tarde, cuando hablé con ella por teléfono. No había sabido nada de ella desde hacía una semana, salvo que sabía que había tenido un accidente grave y estaba en el hospital.

Apasionada del ciclismo desde hacía años, Maggy salía regularmente a pasear en bicicleta para liberar su mente, junto a su pelotón. Pero el pasado miércoles, a 6 kilómetros de meta, un descuido le costó caro y la bici de Maggy cayó en un bache (un bache muy grande) a más de 30 kilómetros por hora. Maggy fue catapultada al vacío.
Resultado: pelvis destrozada, clavícula rota, traumatismo craneoencefálico... Y al menos cuatro semanas en el hospital, permaneciendo permanentemente en la oscuridad.

Entonces, ¿cuál fue el gesto que salvó la vida de Maggy? Fue la compra de un casco el otoño pasado, algo un tanto inesperado. Una compra espontánea, realizada comprando unas nuevas zapatillas de ciclismo antes de que finalice la temporada. La joven de la tienda elogió el casco, explicando que presentaba una nueva tecnología (WaveCel) que ofrecía mayor protección contra lesiones en la cabeza. Y la joven era tan apasionada y alegre, que Maggy lo compró, sin dudarlo. Bueno, es esta estructura celular deformable que recubre el interior del casco lo que me permitió hablar con Maggy hoy. ¡Gracias vida!
Cuando hablamos esta tarde, Maggy me pidió que anunciara el accidente a su comunidad. Ella me dijo riendo: "¡Encontrarás una manera de transmitir esto con humor!" No creo tener las palabras adecuadas para decírtelo con alegría, pero una cosa es segura: la Maggy con la que hablé antes sigue tan fuerte y decidida como siempre. Cansada tras unos minutos de conversación, me confesó: "¡He hecho milagros por mi hija, y no voy a hacer menos por mí!". Y entre tú y yo, es esta fuerza de carácter la que la salvará.
Ahí lo tienen, amigos míos: a falta de hacerlos reír con un artículo humorístico sobre el accidente de Maggy, ahora tienen todas las noticias. No os preocupéis, Maggy está bien apoyada, su pequeña familia la cuida con cariño y su negocio al que tanto se dedica sigue funcionando. A menos que podamos instalar un congelador en su habitación del hospital para almacenar algunos ositos de peluche fríos para aliviar su dolor, no hay nada que podamos hacer por ella, excepto seguir animando a Béké-Bobo y enviarle muchas vibras positivas para una pronta y completa recuperación.
Con esto deseo que le des un mordisco a la vida y saborees el momento presente con aquellos que amas. ¡La vida es más frágil de lo que pensamos!
Marion

